Son decenas   los artículos en prensa que tratan de crear un estado de opinión social favorable al mundo ganadero, argumentando que sufre la  presencia del lobo y por tanto pone en riesgo su economía y su propia supervivencia como sector productivo y económico.

¿Hasta dónde esto es cierto? No hay que obviar que, efectivamente, el lobo es un depredador que genera bajas en la cabaña ganadera. Así ha sido a lo largo de los siglos; no es nada nuevo. La convivencia entre ganadería y conservación de la biodiversidad alcanza hoy en día el mayor grado de apoyo económico que jamás ha existido y, sin embargo, la demanda ganadera llora por recibir más dinero.  ¿Cuánto más es necesario para  satisfacer sus demandas?

Muchos ciudadanos creen de verdad que  el medio natural está lleno de lobos, cuyo comportamiento es equivalente al de un león en África, que al ver un animal salta  sobre él para matarlo. Hay técnicos que consideran a pies juntillas que el lobo llegará  a matar niños en los pueblos, si sigue  el supuesto crecimiento poblacional actual. Por lo tanto,  la apreciación de que el ganadero es un productor abandonado y de que el mundo rural está acosado por el lobo cobra carta de naturaleza y recibe la  solidaridad social.

Todo ello se presenta como un cóctel difícil de digerir  por parte de  otra sociedad más instruida que conoce aspectos vinculados con la  biodiversidad y que ve con asombro que en la biología del lobo nos encontramos con un animal que carece  de agresividad hacia el ser humano, a la vez  que es conocedor  de que, precisamente,   este sector ganadero de montaña es quien más apoyo económico recibe del conjunto de la sociedad para mantener su actividad.

No sería justo meter a todos los ganaderos en el mismo saco, pero la gran mayoría sí entra dentro de una misma línea de actuación permanentemente acusadora  de que el lobo  les fuerza casi a desaparecer por ser un colectivo marginado  desde un punto de vista social y económico.

FAPAS ya denunció hace años esta situación cuando en el entorno de los Picos de Europa surgían las reclamaciones de exterminio del lobo, so pena de  ser los ganaderos  los  que se extinguirían al estar abocados a abandonar  la producción ganadera,  propietarios de  explotaciones que precisamente  llegaban a recibir hasta 90.000 euros al año para hacer compatible  la actividad ganadera con la conservación de la biodiversidad.

La PAC  reparte cientos de millones de euros entre los ganaderos que realizan su actividad en zonas loberas y, aun así, el grito es unánime: "es el ganadero el que está en peligro de extinción"...

VÍDEO DENUNCIA (Llegado a FAPAS vía WhatsApp, reenviado muchas veces)

No es un ejemplo aislado es,  a grandes rasgos, la  auténtica realidad del mundo ganadero que comparte hábitat con el lobo. Son las declaraciones de un ganadero que puede  representar perfectamente al conjunto de ganaderos que claman por matar lobos.

Escuchar las declaraciones

Este ganadero representa, lamentablemente, a una gran parte de ese mundo rural que clama contra el lobo e insulta a quienes en su perfecto derecho  tratan de defenderlo o tienen la obligación de hacerlo.

Todos debemos de reflexionar, ya que detrás de estas manifestaciones  se encuentra la realidad  del cobro de las ayudas que, saliendo solidariamente de todos los ciudadanos, acaban en su cuenta  bancaria.

Como decimos, esta es la generalidad, salvo excepciones, que las habrá. Nos preguntamos  qué otros colectivos  productivos a título particular reciben en España semejantes ayudas para garantizar la supervivencia de sus negocios. Hoy, con una profunda crisis económica, con cientos de miles de negocios particulares cerrados y sin un solo euro de ayuda, decir que  habrá que cerrar el negocio recibiendo  casi 40.000 euros  al año  de  ayudas públicas es inmoral e injusto ya que lo recibe precisamente para  compatibilizar su actividad con la presencia del lobo. Resulta injusto  y muy insolidario con quienes han perdido su trabajo o negocio.

No es un caso aislado, lamentablemente es la generalidad del entorno ganadero