Es la especie reina del furtivismo. Fácil de matar sin necesidad de  adentrarse en la montaña como sucede con los cazadores furtivos que   capturan rebecos. Para matar  al macho de ciervo que está pendiente de  competir o defender su harén de hembras de otros machos, solo hace falta salir con el coche y un buen foco.

Durante los últimos años estos hechos quedan patentes  al encontrar los restos sin cabeza, el apreciado trofeo de los furtivos,  de los ciervos abatidos en las carreteras de los espacios protegidos asturianos como son los  parques naturales, sin embargo, objeto de un continuo reclamo turístico de la administración regional asturiana.

Sin cabeza, el cuerpo del ciervo ha sido abandonado al lado de la carretera  de donde procedemos a retirar.

O el   final de este ejemplar alcanzado por los disparos de los furtivos que han tenido que huir  sin poder hacerse con  el absurdo trofeo de una cabeza con cuernos de un animal salvaje  que en en su época de celo  resulta tan solo un disparo al blanco.

Durante los últimos años, la gestión de la población de ciervos ha sido una acción ciega  y de muertes indiscriminadas. Ya que a la acción del furtivismo es necesario añadir la de la caza legal, con autorizaciones de matar hembras cuando la población se encuentra en franca  disminución.

Parques naturales como el tan famoso de Somiedo, ha perdido a lo  largo de los últimos años más de 75% de la población de ciervos. Pero no solo por el furtivismo, también por una obsesiva  presión cinegética por  bajar intencionadamente  su población para beneficiar al urogallo, hoy extinguido precisamente cuando  hay una escasa población de ciervos.

En todo caso cientos de  ejemplares abatidos que formaban parte de   una estructura ecológica bien consolidada en  los territorios de montaña, territorios que ostentan figuras de protección y por tanto donde las actuaciones deberían de estar vinculadas a la conservación no a la destrucción.

ELIMINAR  LA  COMIDA NATURAL DEL LOBO

La eliminación de las poblaciones de ciervos  ha traído como consecuencia la disminución de una  de las presas naturales  más importantes  para el lobo.  Presa conseguida para su alimentación a través de la caza o  como carroña. Las poblaciones de ciervos sufren importante mortandades en inviernos con fuertes nevadas, constituyendo regulaciones naturales de su población.

Un lobo se alimenta de los restos de un ciervo muerto por causas naturales. 

La idea de que el lobo es solamente una animal que necesita matar para alimentarse es un gran bulo que circula  sin ningún fundamento. Los lobos  aprovechan las carroñas de  cualquier animal que se muere en la naturaleza, incluido como vemos  el aprovechamiento de los esqueletos, ya que  trituran los huesos y los consumen  hasta hacerlos desaparecer por completo

LA BERREA SE APAGA

Pero no porque finalice el periodo de celo de los ciervos,  sino por la disminución   de su población, anulando  también  una interesante actividad de dearrollo rural.  Ir a  ver o escuchar la berrea se había convertido también en una actividad económica  importante para quienes ven  a la naturaleza y su conservación como una fuente de recursos económicos.

Una necesidad de conservación y aprovechamiento racional que se contrapone  a la obsesiva e ignorante  visión del gobierno regional de Asturias de que proteger a la fauna salvaje es  lesivo para los intereses de la gente del campo.

Observando la berrea. Hace años era un magnífico  espectáculo  del que se podía disfrutar. Hoy,  hay lugares en los parques naturales de Asturias en los que apenas se puede observar,  ya que solo unos pocos machos  braman desde el interior del bosque, deben de intuir que si asoman la cabeza, la pueden perder...