La comarca de la Liébana ha sido una de las pocas zonas   del área oriental  de las montañas cantábricas de donde el oso nunca desapareció. Linda con los montes de Palencia y es un conjunto magnífico  de montañas y bosques donde la apicultura tiene una gran tradición.

En el año 2013, el FAPAS con la colaboración de la Fundación Banco de Santander desarrolló un proyecto en colaboración con los apicultores locales para mejorar la polinización  de los ecosistemas de alta montaña. Con aquel proyecto, nacieron los apimóviles.

Unos remolques especialmente diseñados por Joaquín Morante que facilitaban el traslado de colmenas desde los valles  hasta la parte alta de los puertos de montaña, como vemos, bien protegidos para evitar también daños de oso.

El proyecto trataba de mejorar los niveles de polinización de especies productoras de frutos como el arándano a través del manejo de las colmenas de los apicultores.

Una abeja pecorea en flores de arándano

La apicultura actual,  clave en mantener la polinización de los ecosistemas de montaña

No se trata solamente de evitar daños de osos, sino favorecer que la apicultura se desarrolle en las zonas oseras. Las colmenas  manejadas por los apicultores son en la actualidad las que realizan un gran servicio ecosistémico a través de la polinización.

Ayer ha sido  un día de trabajo para  enseñar a proteger adecuadamente los colmenares en la comarca de la Liébana. Una vez más, nos encontramos con  los colmenares  mal protegidos. Todos con pastor eléctrico, pero sin  conocer cómo debe de ser el cercado para evitar que los osos entren y destrocen las colmenas.

Como en otras muchas zonas de la cordillera Cantábrica y fuera de ella donde el oso  tiene presencia, nos encontramos con los colmenares protegidos por un cercado eléctrico ineficaz,  alambres que aún teniendo corriente eléctrica, no impiden que el oso entre al interior.

Un sistema de protección extendido entre los apicultores de boca en boca, pero basado en muchas ocasiones en malos criterios de  informaciones  elaboradas por administraciones y  fundaciones que  han tratado de trabajar en solucionar el conflicto del oso con los apicultores. No lo han conseguido, es más, si das una solución y no funciona, la frustración es mayor.

El primer trabajo es desmontar todo el sistema,  es tan poco útil que es mejor dejar el colmenar listo para una nueva instalación.

En este vemos que se ah utilizado  cinta eléctrica para   caballos, muy útil para los caballos ya que tienen poco pelo, pero muy poco útil para el oso que tiene más pelo y necesita que  el hilo que tiene electricidad  se meta entre el pelo y toque la piel.

Construimos el nuevo cercado con varillas  de hierro más altas en donde  vamos a utilizar una de ellas para sujetar la tela metálica que impide que el oso entre al colmenar, no por su dureza, sino porque es la que  le va a dar  una pequeña descarga eléctrica en la nariz, la clave del éxito.

Para  luego, instalar ya el sistema eléctrico por la parte exterior, olvidándonos de la cinta para caballos y utilizando un alambre de acero galvanizado de gran conductibilidad eléctrica.

El sistema  es sencillo, eficaz y  económico.

Estos colmenares están  dentro del bosque. Son pequeñas fincas de labor que se  han mantenido sin árboles gracias al  manejo o a la entrada de ganado. Pero están totalmente rodeadas de bosque.  Es lógico que el oso considere que estas colmenas que están  dentro de su hábitat natural las considere como un recurso  alimenticio más, que  utilizará para su alimentación al igual que hace con los frutos silvestres, o antes, cuando las había, con las colmenas silvestres que se encontraban en el interior de los árboles.

UNA INTERESANTE JORNADA DE TRABAJO

La  que ayer  hicimos con apicultores de la Liébana para comenzar a   enseñar a instalar  la utilización de sistemas de protección  eficaces para proteger las colmenas. Como nos comentaba un apicultor no profesional, tenemos las colmenas en el pueblo pero vivimos en la ciudad. De estas colmenas cada año se escapan enjambres que terminan instalándose en  huecos naturales. Lamentablemente duran poco al no poder ser tratados contra enfermedades o parásitos como la varroa, pero incrementan durante un tiempo el efecto polinizador de estas colonias que se asilvestran o permiten a los osos encontrar enjambres de los que alimentarse  sin  molestar a nadie.

Esta imagen es cada vez más escasa en los bosques donde habita el oso en las montañas del norte de España. Un  ejemplar adulto mete su mano en el hueco del árbol donde se ha instalado una colonia de abejas melíferas de  para extraer uno de  sus recursos alimenticios más tradicionales,  larvas y miel.  En el bosque, son las abejas melíferas las que están en mayor peligro de extinción que el oso.