La cordillera Cantábrica está  salpicada de  centenares de pequeñas y grandes plantaciones donde se han gastado en las últimas décadas decenas de millones de euros en acciones para mejorar el hábitat del oso pardo.

Plantaciones que pasados los años solamente son identificadas por  los tubos de plástico que sobreviven a las inclemencias del tiempo y aún no han sido tapados por la vegetación que año tras año va creciendo. Un trabajo que se planteaba con buenas intenciones  pero, que en general, ha terminado en un profundo fracaso práctico. Ni se han creado grandes bosques, ni han crecido  aquellos árboles que deberían de aportar  alimento para el oso.

Que algunos de los árboles sigan vivos dentro de los tubos de plástico no es  señal de éxito sino todo lo contrario, de fracaso, por haber planificado mal la plantación al no tener en cuenta la presencia de la fauna que se come los árboles.

Esta es una imagen muy típica de estas plantaciones para generar recursos alimenticios para el oso. El árbol que ha sido plantado hace 6 u 8  años, se mantiene vivo, pero cada año es ramoneado por   ganado doméstico o animales silvestres, por lo que no consigue desarrollarse. El sistema de protección  es ineficaz por el pequeño tamaño del tubo protector, una medida muy utilizada en las plantaciones para abaratar costes.

UNA NUEVA ESTRATEGIA, MÁS EFICAZ Y MÁS ECONÓMICA

Es  necesario  buscar nuevos métodos de plantaciones que cumplan con el objetivo de facilitar recursos alimenticios a los osos, alejarlos de zonas habitadas y conseguir  que esos recursos alimenticios estén disponibles a corto plazo.

Sin duda  es una estrategia que  choca con  las  macro campañas de imagen de plantar cientos de miles de árboles,   en especial  innecesarios en ecosistemas donde  la superficie forestal  ya es muy importante, o donde la regeneración de las  masas forestales de especies autóctonas  están en plena expansión  de manera natural.

Esta es una plantación de FAPAS realizada este pasado invierno.  En tres años, cada uno de estos cerezos ya estará produciendo frutos.

Árboles  seleccionados y crecidos en nuestro vivero, plantados en fincas  que ya no tienen utilidad con suelos de gran calidad y que compramos a bajo  coste .  El único esfuerzo a realizar, además de la plantación, es el sistema de protección para garantizar que cada uno de estos árboles sobreviva.

La protección; la clave del éxito de las plantaciones

Proteger adecuadamente cada árbol  es un requerimiento  imprescindible. Sin protección la posibilidad de que el árbol plantado no crezca o sea  totalmente destruido es muy alta.  La presión del ganado es permanente,  cuando no es el crecimiento de la vegetación por falta de mantenimiento la que llega a  envolver la plantación evitando que crezca.

Aquí vemos  bien el efecto que tiene la fauna silvestre sobre nuestras plantaciones experimentales. FAPAS lleva 10 años trabajando en sistemas de protección para poder plantar   árboles frutales en zonas oseras donde hay también otros animales que dañan a los árboles.

Vemos como  la  hembra de ciervo es capaz de llegar hasta los tres metros de altura para  comer la parte tierna del frutal, destrozándolo por completo.

Y qué decir de los osos,  que en cuanto ven las cerezas se suben a comerlas con  el resultado espectacular del árbol totalmente roto.

Este grupo de cerezos ha sido plantado hace  10 años, están en plena producción y los osos los visitan cada primavera para comer las cerezas. Sin  protección   muchos sufren el efecto de su fuerza y son  tronchados sin dificultad. Como este que vemos en  primer plano.

El árbol no se muere y en  tan solo un año, vuelve a echar grandes brotes, pero  es un destrozo que también podemos evitar, colocando los protectores Cactus que evitan que el oso se suba al árbol y lo destroce.

Estos son nuestros árboles gourmet.  Plantados con mimo y con la garantía de que  lo que gastamos en plantaciones se va a convertir de verdad en recursos para los osos. Aunque les hagamos  como es en este caso ver las apetitosas cerezas sin que puedan llegar  hasta ellas.

El año que viene, retiraremos a este cerezo ya bien desarrollado el protector  Cactus que lo protege,  y cuando vuelva el oso en primavera podrá subirse a comer las cerezas con la garantía de que el árbol no va a ser destrozado. Todas para él.