Esta vez le ha tocado a los buitres, como siempre,  como consecuencia  de la persistente intencionalidad de matar lobos en las montañas  después de que se ha acabado la temporada de caza y antes de subir el ganado a los pastos de altura.

Cada año se producen estos envenenamientos que sistemáticamente han sido ocultados por la Administración o incluso ni siquiera denunciados  pese a ser un grave delito ambiental.

Esta vez, no han podido evitar que la información llegase ante el Seprona y la Fiscalía, pero eso si, ni una palabra  a la sociedad. El veneno no existe, no es un peligro para la fauna salvaje, no es un problema para la conservación de los parques naturales  o reservas de la Biosfera que deberían de recibir la mayor de las atenciones en  temas como la protección de las especies en peligro de extinción, ya que estos envenenamientos se producen simultáneamente dentro del hábitat del oso pardo.

Uno de los ejemplares muertos localizados por  el FAPAS tras recorrer algunas de las áreas donde  se comenzaron a avistar buitres muertos.

En esta misma zona a escasos centenares de metros, en el año 2017, FAPAS localizó dos perros muertos dando aviso al Principado de Asturias. Al día siguiente pudimos ver a los funcionarios del Gobierno Regional metiendo los perros en  sacos de pienso  para retirarlos del monte y evidentemente no notificaron de la situación a la  Guardia Civil o  a la Fiscalía, cuestión que tuvo que hacer el FAPAS.

MAPA DE PRESENCIA DE LOS BUITRES MUERTOS

El envenenamiento ha afectado directamente a la población de buitres del Valle de Trubia, donde FAPAS mantiene su comedero artificial para favorecer la presencia de esta especie en un territorio verdaderamente conflictivo para su supervivencia, pese a que a la vez se trata de territorios que gozan del máximo  nivel de protección legal, sobre el papel, la realidad es más diferente, salvo que FAPAS lo ponga al  descubierto, de lo contrario todo es magnífico y maravilloso según la Administración Regional Asturiana en sus campañas publicitarias.

Resulta difícil de  estimar el alcance de este envenenamiento, y si se trata de un acto  criminal hecho en uno o varios lugares, dada la amplia distribución  de territorio donde se han encontrado los buitres muertos.

Creemos que se han  retirado del monte entorno a una docena de ejemplares, lo que  implica que el numero de buitres muertos tiene que ser mucho más alto, ya que  su localización solamente es posible cuando se encuentran en zonas de fácil acceso, que suelen ser ejemplares que han consumido mayor cantidad de carne envenenada. Otros ejemplares pueden llegar a volar  kilómetros pese a haber ingerido veneno que termina  originando  su muerte de manera más lenta.

El cebo envenenado no debería de estar muy lejos de este ejemplar muerto  y con las patas  tensionadas. Una muerte rápida que agarrota los músculos del animal tras fuertes convulsiones.

Veneno y aerogeneradores, los riesgos de los buitres

Resulta difícil conocer el impacto real de estos dos factores sobre las poblaciones de buitres. El veneno  produce muertes puntuales, incluso de decenas de ejemplares.  Los aerogeneradores son constantes, impactan en escaso número, pero de manera permanente sobre las poblaciones de carroñeras, siendo difícil estimar cual de las dos causas de mortandad es más grave.