Si, si, aunque parezca mentira, no siempre todo va a ser soltar sapos y culebras contra la Administración. En el FAPAS también sabemos arrimar el hombro cuando toca, haciendo causa común a favor del Medio Ambiente. 

Este es el aspecto que presenta la marisma cántabra de Rubín hoy en día. Se trata de un hábitat idóneo para el Águila Pescadora, después de que  el Proyecto de Restauración iniciado por el FAPAS en el 2014 (en colaboración con ENCE y la FUNDACIÓN BANCO SANTANDER), haya  devuelto una plantación de eucaliptos, a la zona de influencia de las mareas. 

Así pues, ahora ya no valen excusas: si después de la destrucción del hábitat, las MOLESTIAS HUMANAS siguen siendo uno los principales problemas a los que se enfrentan las Águilas Pescadoras en sus zonas de nidificación, una vez solicitada la protección integral del área inundada a las autoridades competentes, toca señalizarlo debidamente, y conseguir que la normativa se cumpla. 

MANOS A LA OBRA

Hay gente en el FAPAS que lo mismo vale “para un roto que para un descosido”, así que con permiso de los Osos, hemos tomado prestado a MONCHU MAGADÁN por un día, para colocar los dos carteles que faltan, en puntos estratégicos de la marisma.

Comenzamos la faena vaciando la furgoneta, y transportando todos los materiales al punto de embarque, con ayuda del mítico “motopata”.

Estos son los dos carteles que hemos recogido de la oficina comarcal de Cabezón de la Sal. ILJA SCHROEDER y MONCHU MAGADÁN los colocan boca abajo para que no se estropeen antes de tiempo, y los fijan a la carretilla mecánica para evitar accidentes.

Para llegar hasta nuestro objetivo, no queda otra que movernos por el estuario aprovechando la pleamar, así que para ello utilizaremos nuestra última adquisición: una embarcación de 3 metros fabricada en aluminio, con fondo plano y fácil de remolcar a pesar de su longitud, ya que está especialmente diseñada para navegar por zonas enfangadas y con poco agua; es decir, lo que viene siendo una marisma.

La lancha ha sido adquirida con los fondos del premio Fundación BBVA XIV otorgado al FAPAS el año pasado por trabajar en la conservación de la biodiversidad desde hace más de 35 años. Toda una satisfacción teniendo en cuenta que compartimos premio con el Instituto Jean Goodall en su modalidad internacional, y con el documentalista Joaquín Gutiérrez Acha, en la de comunicación.

Volviendo a nuestra tarea, primero probamos con el primer cartel. ¡Cuidado con el fango! (hay que cargarlo en la lancha junto con el resto de los materiales, y hasta ahí no llega la carretilla mecánica).

En unos minutos hemos llegado hasta nuestro destino, sin contratiempos, y ahora toca hacer los hoyos. “Pan comido” para ILJA y MONCHU, que llevan miles de árboles plantados a sus espaldas.

Ya hemos hincado el cartel. Ahora toca rellenar los agujeros con cemento rápido y un buen firme. No olvidemos que estamos en el Cantábrico, y la Señal va a sufrir de lo lindo, soportando condiciones meteorológicas adversas en pleno invierno.

Por la sonrisa de MONCHU igual pensabais que ya habíamos acabado… Pues no. Ahora toca colocar el segundo cartel en el otro extremo del muro.

Esta vez hemos elegido un punto clave en la desembocadura del río Escudo, para que el cartel sea visible desde cualquier tipo de embarcación que intente acceder  a la marisma, por la rotura del muro. Así que ya lo sabéis; ahora ya no sirven disculpas… y no es broma:  navegar dentro de la antigua concesión puede ser sancionado hasta con 5.000 euros de multa.

Ahora es ILJA el que toma el mando: hay que compactar el material con la barra, para conseguir un buen firme, y que el cartel no acabe en el suelo con el primer golpe de viento, o la fuerza de las mareas.

Para bien o para mal, los detalles de calidad son cosa de MONCHU; ya sea editando videos, o individualizando osos después de examinar miles de fotos con ojos expertos (la mayoría de las veces de calidad infame), a los que no pasa desapercibida la más mínima mancha distintiva de cada ejemplar. Así que poniendo carteles no iba a ser menos. Solo hay que fijarse en el artilugio de color naranja que sostiene en su mano derecha, para que el cartel no se desvíe ni un milímetro de su centro de gravedad.

 Ahora solo toca recoger los bártulos y disfrutar unos minutos de la repentina aparición del Águila Pescadora invernante que parece que viene a saludarnos, como queriendo darnos las gracias por nuestro trabajo

FAPAS trabaja en diferentes puntos de la costa cantábrica, desde el 2006, desarrollando medidas prácticas de conservación destinadas a fomentar la presencia de ejemplares en futuras áreas de dispersión, además de mejorar las condiciones ambientales de las zonas de paso o invernada. 

Desde el 2014, un águila pescadora utiliza la zona como lugar de invernada, y además Rubín cuenta con un territorio de cría desde el 2018, asociado al nido artificial colocado por el FAPAS dentro de la marisma, aunque todavía no ha habido reproducción.                                                        

                         
Ilja Schroeder y Doriana Pando revisando una cámara de fototrampeo en la marisma de Rubín