Azarosa

Rastro de la hembra de Proaza y sus crías, localiza por FAPAS en el 2005

02/abril/2005. Cuaderno de Campo de Monchu Magadán.

 “A las 20:05 veo a la osa con las dos crías. Están en muy buen estado y casi seguro que comieron de la carroña del ciervo. Se mueven en una zona de muy difícil acceso con una gran habilidad. Comen flores de genista, voltean piedras y levantan tapines. La osa es muy grande y tiene una marca en el pelaje inconfundible: una especie de cinturón oscuro que le envuelve el cuerpo por detrás de las patas anteriores”.

Tres meses después, para asombro de todos, se coló en el cercado de Paca y Tola. Estaba muy delgada, lo que contrastaba con el buen aspecto que presentaba poco tiempo atrás. La marca en el pelaje era una cicatriz provocada por el lazo de acero de un furtivo. Los técnicos le estimaron unos 10 años de edad.

 

 

Tras comprobar que no sufría lesiones, se le colocó un collar emisor y fue liberada. La misma habilidad que demostró para colarse en el cercado le sirvió para desprenderse del collar poco tiempo después.


Nada sabemos de las circunstancias que provocaron su deterioro físico y su necesidad de meterse en la casa de Paca y Tola. Lo que está claro es que no afectaron  su capacidad reproductora ya que en la primavera siguiente volvió a aparecer con dos nuevas crías.

A partir de ese momento, nuestras cámaras de disparo han ido siguiendo las aventuras de esta osa en los valles del Trubia, y así os lo contamos en imágenes.

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