Lobo apurando un esqueleto.  Comer tendones y roer los huesos también forma parte de la dieta alimenticia del lobo. No todo es atacar como piensa de manera generalizada  la gente

Si la pregunta estuviese relacionada con la dieta alimenticia del zorro, la respuesta sería sencilla; gallinas.   La fuerte asociación social entre determinada fauna silvestre y su alimentación queda ligada a estos estereotipos,  aun cuando  la realidad es bien distinta.

En la naturaleza, un  alto porcentaje de zorros, la inmensa mayoría, nacerán y morirán  sin haber probado jamás una  gallina. Su alimentación es muy variada, pero especialmente roedores.  Sin embargo la percepción de que come gallinas le convierte en un animal dañino y no se tiene en cuenta su enorme beneficio  como controlador de plagas de ratones.

¿Le pasa lo mismo al lobo?. En parte sí. La respuesta a qué comen los lobos sería mayoritariamente corderos, lo cual es solamente como le sucede al zorro, en una mínima parte de su alimentación.

Cualquier animal muerto en la montaña es inmediatamente vinculado con el lobo.  Comprobamos    unas ovejas muertas cerca de una ciudad, todos los indicios son  compatibles con un ataque de lobo, pero las cámaras del FAPAS no los descubrieron.

El conocimiento de la dieta alimenticia de determinada fauna salvaje como son los depredadores   no es sencillo de averiguar. Para ello  es necesario proceder a realizar trabajos de investigación que nos permitan descubrir  cual es su alimento, y en muchas ocasiones la dieta alimenticia no será la misma  en una misma especie, en función de  en qué  tipo de ecosistema viva.

Investigadores  de la  Universidad de Santiago de Compostela trabajaron en los últimos años en el estudio alimenticio de los lobos en Galicia, con una conclusión contundente. La prohibición del abandono de carroñas en el monte modificó el hábito alimenticio de la especie. Pasaron de consumir carroña a  atacar ganado doméstico.

Los trabajos de seguimiento del oso llevados a cabo en Asturias, permitieron descubrir  la intensa explotación   que los osos hacen también de las carroñas, pero simultáneamente, las cámaras ponían al descubierto que  prácticamente toda carroña abandonada en el monte, no solo era consumida por el oso, también por los lobos.  Resulta por tanto fácil de deducir que los estudios  llevados a cabo en Galicia, también  pueden ser  extrapolables a Asturias. 

Un grupo familiar de lobos y un oso comparten la misma carroña  de manera conjunta. Cuando el oso come, los lobos se alejan unos metros. Cuando  el oso se aleja a descansar, vuelven  los lobos.

Desde el año 2004 en que se comenzó a aplicar el Reglamento de Encefalopatías  de la Unión Europea hasta    el año 2017,  la recogida de  cadáveres de animales muertos  en Asturias se incrementó hasta alcanzar la cifra media  anual de 30.000  animales,  trasladados en camiones  para su incineración o transformación desde el lugar donde murieron, la gran mayoría por causas naturales.

Estimando una cifra media anual de 20.000 cadáveres/año recogidos en Asturias y durante un periodo de  14 años,  podemos estimar que no menos de 280.000  animales han sido retirados en este tiempo, buena parte de ellos  del medio natural. ¿Cuántos de esos cadáveres de ganado doméstico  formaban parte de los recursos alimenticios de la fauna silvestre y en especial del lobo?.

Los estudios de  aprovechamiento  de las carroñas  por la fauna silvestre en España,  y especialmente en Asturias con el oso  presentados  a la Unión Europea, sirvieron para que se modificara el Reglamento europeo y  se tuviese en cuenta esa necesidad de compaginar la sanidad animal con la conservación de la biodiversidad, quedando autorizados los estados miembros a  que modificasen sus normativas y permitieran de nuevo la presencia de las carroñas en la naturaleza. Así lo hizo España con un Real Decreto que permitía que las Comunidades Autónomas lo pudieran aplicar.

Asturias, la Comunidad Autónoma española con mayor biodiversidad, se negó sistemáticamente a autorizar, hasta el año pasado de manera efectiva,  que se pudieran abandonar  cadáveres de animales domésticos en el hábitat del lobo.

Hoy, el resultado de esta negligencia política es  lo que día a día, mes tras mes y año tras año, los ciudadanos  conocemos a través de los medios de comunicación; las reclamaciones constantes  del mundo rural por los ataques de los lobos.

Los daños, podríamos deducir,   tal como científicamente se ha demostrado en Galicia, es  el resultado de una modificación obligada de la dieta alimenticia  del lobo que ha visto desaparecer  una importante fuente de recursos alimenticios que tradicionalmente y desde hace siglos encontraba en los despojos del ganado  doméstico abandonados en la montaña.

No es aventurado  decir que todo lo que  no ha podido consumir los lobos de las  carroñas durante estos  años, lo han sustituido atacando ganado doméstico vivo.  ¿es culpa del lobo?, a mí me parece que no.

Artículo de opinión del Presidente de FAPAS publicado  en el diario la Nueva España