El halo de misterio que envuelve todo lo relacionado con la muerte de este oso en el Valle de Arán comienza a clarificarse a partir de que una parte del sumario mantenido en secreto se ha hecho público.

FAPAS  que ha sido aceptada su personación como acusación particular en este procedimiento judicial, junto con la organización de Lérida, Ipcena, ha podido evaluar el alcance de la situación al recibir todo la información que ha sido trasladada desde el Juzgado. Evidentemente, esta información forma parte del proceso y no puede ser divulgada, pero permite hacernos una idea profunda de la situación que desde nuestro punto de vista va mucho más allá que del mero hecho de la muerte del oso.

La conservación del oso en Pirineos, un juguete en manos de políticos.

Lo que podemos constatar en primera instancia a partir de todas las partes involucradas, es  la  poca, escasa o nula convicción política de que en el Pirineo vuelva a haber osos. La acción de reintroducción deja de ser apoyada en el momento en que se acaba el dinero del programa Life de la Unión Europea y el montaje de hacer aparecer a los osos radio marcados como ejemplares agresivos trata de crear un clima social que inste a su eliminación.

Así se inicia  el plan  para acabar posiblemente  con Goiat hace unos años y ahora con Cachou. Goiat ha salvado la vida al trasladarse a Francia, Cachou tuvo menos fortuna en su andadura por la parte española de los pirineos.

No descubrimos nada, lo dice la prensa en relación al procedimiento judicial; relevantes políticos del  Valle de Arán se jactaban  libremente y ante altos cargos, de que matarían al oso Cachou, incluso indicando el tipo de veneno que se utilizaría, como así fue.

Todo parece que   ha sido  el propio seguimiento del oso al llevar en el cuello el collar  que permite conocer su posición, lo que favoreció  hacer un cerco de veneno al oso y conseguir que comiera de algún alimento envenenado.  El fallo de las entidades y funcionarios responsables podría tener alguna justificación, salvo que  como ha sido el caso, más de cien personas de un territorio pequeño y donde todos se conocen entre sí, integraban un grupo de comunicación por Internet con una clara intencionalidad de eliminar a los osos.

En un ambiente que  busca la muerte de los osos, la falta de custodia de datos de tan alta sensibilidad como el lugar donde se encontraba Cachou, pone  otra vez el punto de mira en una situación real, acabado el programa europeo Life, acabado el dinero,  el seguimiento y control del oso pierde eficacia y permite que la información fluya hacia el sector interesado en acabar con él.

No hay  que darle más vueltas. Hasta el momento, la intervención judicial ha sido irreprochable, un ejemplo que esperemos rompa con una situación  dramática en la Cordillera Cantábrica donde oso tras oso muerto se convierte en un número más de la estadística, y donde vemos cómo en los últimos años, ni tan siquiera se inician procesos judiciales ya que los peritos confirman la muerte  por causas naturales al morir a causa  de peleas entre osos, anulando toda posibilidad de investigación.

Un proceso largo y complejo.

Hasta el momento parece que hay nueve personaciones en el procedimiento judicial. La experiencia nos indica que personarse  no es siempre para acusar y reclamar castigo  al infractor,  así ha sido en algún caso de furtivismo en las montañas palentinas, donde una ONG  de gran calado en la  protección del oso, testificó a favor del presunto  delincuente que  con sus perros perseguía a un oso, aún  en contra del criterio y pruebas indiciarias obtenidas por la Guarda Civil.

Nuevamente, las circunstancias de alianzas y dependencias políticas generadas con  el Programa Life del oso en Pirineos, hacen prever que algunas personaciones lo sean para  buscar, aunque sea de manera retorcida, argumentos que minimicen finalmente la responsabilidad de acusados, y por inercia de los acontecimientos, a técnicos y políticos que de una u otra manera tuvieron alguna relación con el desarrollo del proyecto y  a su vez con el uso indebido de los datos telemáticos, que parecen ser  el origen de la muerte del oso Cachou.